viernes, 7 de marzo de 2008

Nuevo Blog

Pensé publicar en este blog "Memorias de una pulga" pero por la extensión de dichas memorias acabo de crear un blog específico para ellas, así que si quieren leer las aventuras de la pulguita, solo vayan al link que está al lado derecho de esta página y lean. En este blog, seguiré posteando mis cosas.

martes, 4 de marzo de 2008

Memorias de una Pulga (Anónimo)

A falta de tiempo, las memorias de una pulga. Díganme si son textos muy largos para postear más cortos. Capítulo I: (Primera Parte) NACÍ, pero como no sabría decir cómo, cuándo o dónde, debo pedirle al lector que acepte esta afirmación mía y que la crea, si bien le parece. Otra cosa es asimismo cierta: el hecho de mi nacimiento no es ni siquiera un átomo menos cierto que la veracidad de estas memorias, y si el estudiante inteligente que profundice en estas páginas se pregunta cómo sucedió que en el transcurso de mi paso por la vida —o tal vez hubiera debido decir mi brinco por ella— estuve dotada de inteligencia, dotes de observación y poderes retentivos de memoria que me permitieron conservar el recuerdo de los maravillosos hechos y descubrimientos que voy a relatar, únicamente podré contestarle que hay inteligencias insospechadas por el vulgo, y leyes naturales cuya existencia no ha podido ser descubierta todavía por los más avanzados científicos del mundo. Oí decir en alguna parte que mi destino era pasarme la vida chupando sangre. En modo alguno soy el más insignificante de los seres que pertenecen a esta fraternidad universal, y si llevo una existencia precaria en los cuerpos de aquellos con quienes entro en contacto, mi propia experiencia demuestra que lo hago de una manera notablemente peculiar, ya que hago una advertencia de mi ocupación que raramente ofrecen otros seres de otros grados en mi misma profesión. Pero mi creencia es que persigo objetivos más nobles que el de la simple sustentación de mi ser por medio de las contribuciones de los incautos. Me he dado cuenta de este defecto original mio, y con un alma que está muy por encima de los vulgares instintos de los seres de mi raza, he ido escalando alturas de percepción mental y de erudición que me colocaron para siempre en el pináculo de la grandeza en el mundo de los insectos. Es el hecho de haber alcanzado tal esclarecimiento mental el que quiero evocar al describir las escenas que presencié, y en las que incluso tomé parte. No he de detenerme para exponer por qué medios fui dotada de poderes humanos de observación y de discernimiento. Séales permitido simplemente darse cuenta, al través de mis elucubraciones, de que los poseo, y procedamos en consecuencia. De esta suerte se darán ustedes cuenta de que no soy una pulga vulgar. En efecto, cuando se tienen en cuenta las compañías que estoy acostumbrado a frecuentar, la familiaridad conque he conllevado el trato con las más altas personalidades, y la forma en que trabé conocimiento con la mayoría de ellas, el lector no dudará en convenir conmigo que, en verdad, soy el más maravilloso y eminente de los insectos. Mis primeros recuerdos me retrotraen a una época en que me encontraba en el interior de una iglesia. Había música, y se oían unos cantos lentos y monótonos que me llenaron de sorpresa y admiración. Pero desde entonces he aprendido a calibrar la verdadera importancia de tales influencias, y las actitudes de los devotos las tomo ahora como manifestaciones exteriores de un estado emocional interno, por lo general inexistente. Estaba entregado a mi tarea profesional en la regordeta y blanca pierna de una jovencita de alrededor de catorce años, el sabor de cuya sangre todavía recuerdo, así como el aroma de su... pero estoy divagando. Poco después de haber dado comienzo tranquila y amistosamente a mis pequeñas atenciones, la jovencita, así como el resto de la congregación, se levantó y se fue. Como es natural, decidí acompañarla. Tengo muy aguzados los sentidos de la vista y el oído, y pude ver cómo, en el momento en que cruzaba el pórtico, un joven deslizaba en la enguantada mano de la jovencita una hoja doblada de papel blanco. Yo había percibido ya el nombre Bella, bordado en la suave medía de seda que en un principio me atrajo a mí, y pude ver que también dicho nombre aparecía en el exterior de la carta de amor. Iba con su tía, una señora alta y majestuosa, con la cual no me interesaba entrar en relaciones de intimidad. Bella era una preciosidad de apenas catorce años, y de figura perfecta. No obstante su juventud, sus dulces senos en capullo empezaban ya a adquirir proporciones como las que placen al sexo opuesto. Su rostro acusaba una candidez encantadora; su aliento era suave como los perfumes de Arabia, y su piel parecía de terciopelo. Bella sabía, desde luego, cuáles eran sus encantos, y erguía su cabeza con tanto orgullo y coquetería como pudiera hacerlo una reina. No resultaba difícil ver que despertaba admiración al observar las miradas de anhelo y lujuria que le dirigían los jóvenes, y a veces también los hombres ya más maduros. En el exterior del templo se produjo un silencio general, y todos los rostros se volvieron a mirar a la linda Bella, manifestaciones que hablaban mejor que las palabras de que era la más admirada por todos los ojos, y la más deseada por los corazones masculinos. Sin embargo, sin prestar la menor atención a lo que era evidentemente un suceso de todos los días, la damita se encaminó con paso decidido hacia su hogar, en compañía de su tía, y al llegar a su pulcra y elegante morada se dirigió rápidamente a su alcoba. No diré que la seguí, puesto que iba con ella, y pude contemplar cómo la gentil jovencita alzaba una de sus exquisitas piernas para cruzaría sobre la otra con el fin de desatarse las elegantes y pequeñísimas botas de cabritilla. Brinqué sobre la alfombra y me di a examinarla. Siguió la otra bota, y sin apartar una de otra sus rollizas pantorrillas, Bella se quedó viendo la misiva plegada que yo advertí que el joven había depositado secretamente en sus manos. Observándolo todo desde cerca, pude ver las curvas de los muslos que se desplegaban hacia arriba hasta las jarreteras, firmemente sujetas, para perderse luego en la oscuridad, donde uno y otro se juntaban en el punto en que se reunían con su hermoso bajo vientre para casi impedir la vista de una fina hendidura color durazno, que apenas asomaba sus labios por entre las sombras. De pronto Bella dejó caer la nota, y habiendo quedado abierta, me tomé la libertad de leerla también. "Esta noche, a las ocho, estaré en el antiguo lugar". Eran las únicas palabras escritas en el papel, pero al parecer tenían un particular interés para ella. puesto que se mantuvo en la misma postura por algún tiempo en actitud pensativa. Se había despertado mi curiosidad, y deseosa de saber más acerca de la interesante joven, lo que me proporcionaba la agradable oportunidad de continuar en tan placentera promiscuidad, me apresuré a permanecer tranquilamente oculta en un lugar recóndito y cómodo, aunque algo húmedo, y no salí del mismo, con el fin de observar el desarrollo de los acontecimientos, hasta que se aproximó la hora de la cita. Bella se vistió con meticulosa atención, y se dispuso a trasladarse al jardín que rodeaba la casa de campo donde moraba, fui con ella. Al llegar al extremo de una larga y sombreada avenida la muchacha se sentó en una banca rústica, y esperó la llegada de la persona con la que tenía que encontrarse. No pasaron más de unos cuantos minutos antes de que se presentara el joven que por la mañana se había puesto en comunicación con mi deliciosa amiguita. Se entabló una conversación que, sí debo juzgar por la abstracción que en ella se hacía de todo cuanto no se relacionara con ellos mismos, tenía un interés especial para ambos. Anochecía, y estábamos entre dos luces. Soplaba un airecillo caliente y confortable, y la joven pareja se mantenía entrelazada en el banco, olvidados de todo lo que no fuera su felicidad mutua. —No sabes cuánto te quiero, Bella -murmuró el joven, sellando tiernamente su declaración con un beso depositado sobre los labios que ella ofrecía. —Sí, lo sé —contestó ella con aire inocente—. ¿No me lo estás diciendo constantemente? Llegaré a cansarme de oír esa canción. Bella agitaba inquietamente sus lindos pies, y se veía meditabunda. —¿Cuándo me explicarás y enseñarás todas esas cosas divertidas de que me has hablado? —preguntó ella por fin, dirigiéndole una mirada, para volver luego a clavar la vista en el suelo. —Ahora —repuso el joven—. Ahora, querida Bella, que estamos a solas y libres de interrupciones. ¿Sabes, Bella? Ya no somos unos chiquillos. Bella asintió con un movimiento de cabeza. —Bien; hay cosas que los niños no saben, y que los amantes no sólo deben conocer, sino también practicar. —¡Válgame Dios! —dijo ella, muy seria. — Sí —continuó su compañero—. Hay entre los que se aman cosas secretas que los hacen felices, y que son causa de la dicha de amar y ser amado. —¡Dios mío! —exclamó Bella—. ¡Qué sentimental te has vuelto, Carlos! Todavía recuerdo cuando me decías que el sentimentalismo no era más que una patraña. —Así lo creía, hasta que me enamoré de ti —replicó el joven. —¡Tonterías! —repuso Bella—. Pero sigamos adelante, y i cuéntame lo que me tienes prometido. —No te lo puedo decir si al mismo tiempo no te lo enseño —contestó Carlos—. Los conocimientos sólo se aprenden observándolos en la práctica. —¡Anda, pues! ¡Sigue adelante y enséñame! —exclamó la muchacha, en cuya brillante mirada y ardientes mejillas creí- descubrir que tenía perfecto conocimiento de la clase de instrucción que demandaba. En su impaciencia había un no sé qué cautivador. El joven cedió a este atractivo y, cubriendo con su cuerpo el de la bella damita, acercó sus labios a los de ella y la besó embelesado. Bella no opuso resistencia; por el contrario colaboró devolviendo las caricias de su amado. Entretanto la noche avanzaba; los árboles desaparecían tras. la oscuridad, y extendían sus altas copas como para proteger a los jóvenes contra la luz que se desvanecía. De pronto Carlos se deslizó a un lado de ella y efectuó un ligero movimiento. Sin oposición de parte de Bella pasó su mano por debajo de las enaguas de la muchacha. No satisfecho con el goce que le causó tener a su alcance sus medias de seda, intentó seguir más arriba, y sus inquisitivos dedos entraron en contacto con las suaves y temblorosas carnes de los muslos de la muchacha. El ritmo de la respiración de Bella se apresuró ante este poco delicado ataque a sus encantos. Estaba, empero, muy lejos de resistirse; indudablemente le placía el excitante jugueteo. -Tócalo -murmuró—. Te lo permito. Carlos no necesitaba otra invitación. En realidad se disponía a seguir adelante, y captando en el acto el alcance del permiso, introdujo sus dedos más adentro. La complaciente muchacha abrió sus muslos cuando él lo hizo, y de inmediato su mano alcanzó los delicados labios rosados de su linda rendija. Durante los diez minutos siguientes la pareja permaneció con los labios pegados, olvidada de todo. Sólo su respiración denotaba la intensidad de las sensaciones que los embargaba en aquella embriaguez de lascivia. Carlos sintió un delicado objeto que adquiría rigidez bajo sus ágiles dedos, y que sobresalía de un modo que le era desconocido. En aquel momento Bella cerró sus ojos, y dejando caer su cabeza hacia atrás se estremeció ligeramente, al tiempo que su cuerpo devenía ligero y lánguido, y su cabeza buscaba apoyo en el brazo de su amado. —¡Oh, Carlos! —murmuró—. ¿Qué me estás haciendo? ¡Qué deliciosas sensaciones me proporcionas! El muchacho no permaneció ocioso, pero habiendo ya explorado todo lo que le permitía la postura forzada en que se encontraba, se levantó, y comprendiendo la necesidad de satisfacer la pasión que con sus actos había despertado, le rogó a su compañera que le permitiera conducir su mano hacia un objeto querido, que le aseguró era capaz de producirle mucho mayor placer que el que le habían proporcionado sus dedos. Nada renuente, Bella se asió a un nuevo y delicioso objeto y, ya fuere porque experimentaba la curiosidad que simulaba, o porque realmente se sentía transportada por deseos recién nacidos, no pudo negarse a llevar de la sombra a la luz el erecto objeto de su amigo. Aquellos de mis lectores que se hayan encontrado en una situación similar, podrán comprender rápidamente el calor puesto en empuñar la nueva adquisición, y la mirada de bienvenida con que acogió su primera aparición en público.

lunes, 21 de enero de 2008

Últimas vacaciones de colegio - Nueva etapa

Decidí que si en algún momento de mi vida iba a salir con dos personas al mismo tiempo tenía que ser ya porque de vieja tendría otras cosas en mente. Juan vivía cerca a mi casa así que nos veíamos seguido, siempre en mi casa, afuera no porque la gente nos podía ver y yo quería mantener todo en secreto. Con Fer nos encontrábamos mas bien en su casa, no porque quisiéramos mantener la relación en secreto sino porque teníamos privacidad ahí. Con Fer había más confianza, ya habíamos hecho cositas pero ahora él no quería presionarme, según él, se sentía todavía culpable por lo que había pasado meses atrás; sin embargo, su ternura y preocupación por mí, que no quiera herirme y que me cuidara, me hicieron pensar que de repente debía ser mejor enamorada con él y darle permiso. - Fer... ¿me haces masajes? - Ya, ¿a dónde? - A la espalda. - Me acomodé y él empezó, suavemente-. - Mmm... mejor me quito el polo para relajarme más - Eh... bueno, pero si quieres puedo hacer que te relajes así nomás. - No, sin el polo mejor - Ok. - ¿Alguna vez has hecho masajes en la barriga? - No... creo que esos masajes no existen, Paz. - A partir de ahora sí y tú los vas a inventar - me voltée y lo miré a los ojos, él estaba, inusualmente tímido-. ¿Por qué no empiezas, Fer? - él seguía tímido, miraba al piso y estaba un poco sonrojado, me senté le di un beso-. No tengas miedo Fer, no me vas a hacer daño. - Sí, es verdad porque solo te voy a hacer masajes, en la barriga en la espalda y donde quieras pero solo masajes. Ahora échate otra vez. - Y empezó a hacerme los mejores masajes que hasta ahora me han dado-. - Te quiero - Yo también... - Ahora, ¿me quieres hacer masajes por aquí?. -señalándome un seno-. - No. - no entendía por qué estaba tan rojo, ¡¿acaso no debería setirse contento?!, ¡¿qué más quería!?-. - ¡Pero te quiero!, ven, aunque sea dame un beso. - Y se echó sobre mí y me dio un beso muy romántico, cogí su mano y la llevé lentamente hacia mi vientre, quise bajarla un poco más pero no pude, así que la dejé donde estaba, nos seguíamos besando y él, por sí mismo, me acarició los senos, los besaba con amor mientras yo lo abraza y envolvía, me excitaba todo en él, me encataba que él me excitara. De repente, dejó de besarme y se paró, me alcanzó mi polo y se arregló la ropa. - Paz, creo que mejor te llevo a tu casa. - ¿Qué?. Bueno... pero... - Sí, Paz Yo entendí todo y supe que ése era el último día que pasaba con él y ahora que veo las cosas en retrospectiva me doy cuenta de que 4 (casi 5) años más tarde sigue siendo el último día que lo vi o supe si quiera algo de él, luego desapareció y aunque he tratado de ubicarlo no he podido, siempre imagino que lo veo en todas partes, lo siento. De regreso a casa, en el bus, no dijimos nada, ambos mirábamos las calles como desconocidos, yo pensaba que, por lo menos, ya no tendría que decidirme entre él y chico nuevo (Juan). Los ojos se me llenaron de lágrimas y tuve ganas de llorar pero me aguanté. Cuando llegamos a casa, me dio un beso en la boca y se fue, sin decir nada, ni él ni yo. El mismo día, Juan me llamó para encontrarnos, lo invité a mi casa, siempre nos encerrábamos en un cuartito del tercer piso que solo tiene dos muebles y una mesa, hasta el día de hoy. Juan tenía tantas cosas en común conmigo por MSN, que cuando estábamos frente a frente no notaba lo 'Don Juan' que era (ironías de la vida), en realidad. - Te noto triste - No es nada, me incomoda el verano, eso es. - A mí no me engañas, ven acá. -dándose golpecitos en una pierna, como no me paré, él fue hacia mi y se sentó en mi regazo, a mí me llegó pero no le dije nada y me empezó a besar-. - Oh... Paz, cuando te conocí no pensé que fueras such a great kisser! pero, de veras, eres la mejor. Suck my kiss, kiss me, please pervert me, is she talking dirty?, give to me sweet sacred bliss, your mouth was made to suck my kiss. -Ok, no sabía si cantaba eso porque me dedicaba la letra, fuera de lugar, o si, simplemente, era fan de los RHCP y tenía ganas de cantar en ese momento, también fuera de lugar, qué asco, suck my kiss?, ¿de verdad quería eso?-. - Bueno, ya ves que sí lo soy... pero, ¿vamos a seguir besándonos toda la tarde? -lo que tenía en mente era que se vaya pero la frase se prestaba a la interpretación-. - Tienes razón... hay que usar la mesa que tenemos acá - como un bruto botó las pocas baratijas que estaban sobre ella y me jaló. Estábamos frente a frente, parados al borde de la mesa, realmente juntos, sus manos en mi cabeza, como si de verdad estuviera tratando to suck my kiss, mis manos estaban en la mesa, no me provocaba tocarlo, me cargó de tal forma que quedé sentada al borde de la mesa y él parado, seguíamos besándonos, yo tenía puesta una falda de tela con bastante vuelo, lo cual me daba movilidad, me echó sobre la mesa y se puso sobre mí, nos besábamos y me di cuenta de que la tenía parada y dura, me empezó a besar el cuello y daba unos gemiditos de los que mejor no hablo porque aaaaagggg..., se bajo el pantalón, tenía uno de esos calzoncillos blancos comunes y corrientes y se veía su bultito, a mí hace rato que ya me había subido la falda, comenzamos a frotarnos, cerré los ojos para disfrutar el momento y para olvidarme de lo que había pasado ese mismo día en la mañana. Con los ojos cerrados, imaginaba que era Fer y no él, sentía su pene entrando a mí a través de la ropa, quería que me hiciera el amor (Fer) de verdad, que me tocara y me siguiera besando. Gemí, y ese gemido me regresó a la realidad, no-era-Fer, era un tipo ordinario, como abundan. Pero él se seguía frotado, había reaccionado solo dentro de mí, no había saltado bruscamente ni me puse de pie, estaba cansada de todo, lo dejaría seguir hasta que se canse, no, mejor le quito las ganas. - Juan... espera, ¿sabes qué?, está mal lo que estamos haciendo. - ¿Por quéeee...? Mmm.... ¿está mal que nos demos cariñito? - Sí, sí, la iglesia... - ¿Qué? - Voy a tener que confesarle todo esto a mi guía espiritual y a mi familia, ay, ya veo las imágenes en mi mente, mejor para, no quiero que el pecado siga creciendo, tal vez no te llamen. - para este momento, ya había dejado de moverse y se le había bajado todita, por supuesto-. - ¿Qué? No sabía que ibas a la iglesia, ¿que me llamen a dónde? - Sí, soy católica, estoy en el coro, creí que te lo había dicho, eh... que te llamen para que te confieses pues, estas cosas no se hacen sino hasta el matrimonio, mira, mejor te vas, luego hablamos, te contaré cómo me va con mi guía, ¿ok? - Eh... sí, claro, no te preocupes mi amor, ya nos vemos. - besito -. Se entiende que nunca más supe nada de él, bueno, algunas veces nos cruzamos por ahí porque vivíamos cerca pero ambos pasábamos de largo. Ese día amanecí pensando cómo haría para manejar dos relaciones al mismo tiempo y terminé quedándome con ninguna. Por un lado, contentísima, menos problemas, me di cuenta de que el tal Juan era un pavo y por otro lado, mal, no me había olvidado de Fer, todo ese tiempo sin él... sin embargo, ya sabía que ese había sido mi último día con él, solo me quedaba aceptar y empezar una nueva etapa, en un mes empezaba la universidad.

jueves, 17 de enero de 2008

Verano

No sé si para bien o para mal pero a esa edad (ya tenía 15) no aceptaba sentimientos negativos en mí, así que la tristeza no me duró mucho. Tan solo un mes después me enteré que volvió con su ex, con la que ya había tirado y que después de un mes volvieron a terminar y luego de otro mes empezó a salir con una tipa de la que siempre nos burlábamos en el cole y que también tiraron. Ocupé mi tiempo con actividades extracurriculares, no siempre eran sanas, pero lo ocupé hasta que acabó el año escolar, llegó el verano, completamente adolescente, volví al cole para mi último año, el cual fue completamente adolescente también y volvió a llegar el verano. Ya tenía 16. Me sentía vieja y estaba de moda el Hi5 así que me puse a buscar a los amigos de antaño, incluído el ex. Le mandé un mensaje afectuoso pero serio al cual respondió del mismo modo por lo que supuse que en el último año había cambiado. De él no supe absolutamente nada hasta ese momento, no nos habíamos visto ni llamado, sus amigos sabían que no quería saber nada de él asi que no hablaban de él frente a mí. Lo vi por única vez en la fiesta de prom, se me había roto una de las tiras de ese vestido magnífico que usé una sola vez y, desesperada, agarré a la primera persona que tuve al lado para pedirle que me ayudara a coser la tira (las mujeres pensamos en todo, había llevado aguja e hilo en mi bolso de mano), era una chica con la que estuve en la misma sección en 3ro de secundaria, 4to y 5to nada que ver. Ella, sorprendida, me ayudó pero se le caía la orquídea, acababa de llegar, su cabello molestaba, caos. Así que alzó la mirada para ver si encontraba a alguien que la ayude con su cabello, orquídea y bolso, llamó a Fer, a mi Fer. Estaba con un sobretodo negro, había crecido, la cara le había cambiado, ya no parecía un chiquillo, era un hombre, la ayudó y no nos saludamos. Ese era el único contacto y luego, el Hi5 y a partir del Hi5, el MSN. Nos agregamos y conversamos, quedamos en encontrarnos en el cole para recoger libretas. Así lo hicimos, luego caminamos bajo una avenida llena de árboles que nos cubrían del sol, llegamos a su nuevo departamento en el que seguía viviendo, practicamente, solo y nos tiramos en la cama como en los viejos tiempos, me hizo masajes y ahí creí que se intentaría sobrepasar pero no, jugamos con la Pc, me sirvió comida con un delantal que hice que se pusiera y me acompañó a casa. Fue un encuentro bizarro. Seguimos saliendo y me fui acostumbrando a su nueva actitud, agarramos y se convirtió en lo habitual, caminábamos de la mano porque abrazados daba calor, dormíamos juntos después de almuerzo, era como un enamorado pero informal. Paralelamente, como todos los veranos, conocía gente de todas partes. En el cumpleaños de una amiga me presentaron a un tal Juan, un chico simpático pero normal, un poco distinto al resto, se vestía bien. Juan no era para nada del otro mundo, cuando me pidió el correo dudé pero terminé dándoselo. Cuando me hablaba lo saludaba y respondía si me preguntaba qué tal pero ahí nomás hasta que mi amiga me dijo que le gustaba y me entró la curiosidad. Empecé a seguirle la corriente con las conversas y me parecieron interesantes, nos mandábamos música, teníamos gustos compatibles y hablábamos de todo. También salía con él. Un día en mi casa, viendo tele le di un beso y me preguntó si quería estar con él, le dije que sí, se fue. Una vez sola me di cuenta: ¡Ups! ¡¿Y Fer?! Ahora, ¡¡qué hago!!

lunes, 14 de enero de 2008

El final

Apenas llegué a mi casa lloré y lloré y lloré y lloré. Fue la primera vez que lloré durante horas seguidas. A esa edad no sabía por qué lloraba pero ahora entiendo que fue porque me sentí reducida a un pedazo de carne, cosa que no está nada mal cuando uno reduce a un pedazo de carne al otro también pero yo lo había llegado a querer, había sido seducida y había terminado enamorándome de un tonto que lo único que quería era tirar conmigo. Qué idiota para haber pensado que me habló de un día para otro porque creyó que era interesante, enigmática, de inocencia oscura. Me di cuenta de que todas las palabras de amor que me dijo no eran nada más que el floro barato de un chico de 16 años que tuvo la suerte de encontrarse con una chica de 14 que nunca en su vida había sido gileada. Cuando dejé de llorar y estuve calmada pensé: 'Ya fue, le voy a decir que ese día no estaba preparada, que era porque no teníamos condón y que podemos intentarlo nuevamente'. Ese fin de semana me encontré con unas amigas para hacer una maqueta y ellas empezaron a hablar sobre sus enamorados, yo siempre era la reservada del grupo, me gustaba escuchar sus historias y sentir lo emocionadas que se ponían cuando hablaban de sus besos con lengua y de cómo sus enamorados querían subir la mano más arriba de la cintura pero sin conseguirlo y mientras tanto yo pensaba que si supieran todo lo que Fer y yo habíamos hecho y lo que estábamos a punto de hacer cuando habláramos y le dijera que estaba lista. No pude aguantar la curiosidad de saber sus opiniones sobre Fer y yo tirando, no pensé que me fueran a decir que no lo haga porque Fer les caía bien y era todo un galán, pensé que me animarían y me darían valor para hacerlo. - Chicas, no les creo nada. - ¡¿Qué?! - exclamó una de ellas con cara de indignación. - ¿Cómo que no nos crees? -pregúntó la otra mientras examinaba mi rostro para saber qué-me-pasaba para andar diciendo ese tipo de cosas. - Ya, ya, no se alteren. ¿Cuánto tiempo están con Alonso y Pancho? - así se llamaban sus respectivos enamorados. - Yo voy 10 meses con Alonso. - Y yo 1 año con Pancho, ¿qué tiene? ¿qué es lo que no nos crees? - Tú vas 10 meses y tú 12 y ¿me van a decir que en más de medio año no han pasado de los besitos? - mientras las miraba con la cara de complicidad más cómplice del mundo para que me lo cuenten todo. Se pusieron rojas, una de ellas miró al piso y la otra, molesta: - Sí, nada más, no somos putas. - Jajajajajaja - mi otra amiga se rió para romper el hielo pero era obvio, ambas habían ido mucho más alla de la segunda base; sin embargo, la primera seguía encolerizada. - No, no te rías ¿acaso es mentira? Yo no soy la perrita de nadie, los otros enamorados que tuve intentaron sobrepasarse conmigo y por eso terminé con ellos. Ahora sigo con Alonso porque me trata como una señorita, no necesito pasar de los besos o de la cintura y tu comentario, Paz, me parece idiota, ¿cuánto tiempo estás con Fer? ¿Un mes? ¿Dos? Máximo dos y ya crees saber todo sobre parejas, supones que es obvio que nosotras ya tiramos, ¿no? o qué, ¿qué insinuabas? Ah.... ¡ya sé! Era una de esas preguntas curiosas, ¿no? Ya lo entendí todo. Quieres tirar con Fer porque 'lo aaaaamas' y quieres saber qué opinamos pero en el fondo te sientes una puta porque si supieras que lo que vas a hacer está bien no tendrías por qué preguntarnos... ¡¡¡Me revientas la paciencia!!! A veces puedes ser tan pesada... - Pero... yo no pregunté nada - más roja no podía estar-. - Ya deja de hacerte la inocente Paz, ¿por qué te pones roja si no escondes nada? ¿sabes qué? Solo termina... termina con él de una vez. - Eh... Paz, no la escuches, está de mal humor - estaba nerviosa, algo estaba mal, lo presentí-. - No... ¿qué pasa? ¿por qué me dices eso? - No la escuches, está loca, vámonos de acá, seguimos en mi casa la maqueta... - ¡No! Ustedes saben algo y no me lo quieren decir, ¡hablen!, ya me di cuenta, ¿han hablado de algo con Fer? - Mira Paz... disculpa, ¿ok? No estoy molesta contigo sino con ese idiota que tienes como enamorado. Estuvo acá antes de que llegaras, vino con una cara terrible, como si se le hubiera muerto alguien y tuvimos que convencerlo para que nos dijera lo que le pasaba hasta que al fin lo soltó. Este lunes va a terminar contigo, va a esperar hasta el lunes porque quiere que 'pases el examen de mate y tengas un fin de semana tranquilo'. No sé qué habrá pasado entre ustedes dos pero no nos quiso decir, su excusa fue que 'ya no es lo mismo' y tú ya sabes que esa es la excusa más pobre que un hombre puede dar, no creí que dijera eso, parecía distinto. Lo que me llega de ti, Paz, es que hayas estado con ese tipo incapaz de dar razones de verdad. Lo que nosotras pensamos es que quiere tirar contigo y tú no quieres y se fue a buscar a una tipa que le abra las piernas como a él le gusta. Y ahora vienes con esa carita de inocencia a decirnos que no nos crees que no hemos pasado de besitos y la verdad que después de todo lo que te acabo de contar espero que no hayas estado pensando en tirar con él. Prometimos no decirte nada pero es que no me pude contener, tienes que terminar con él. - Paz, disculpa que haya tratado de que no te enteres pero tú sabes que no me gustan los problemas, pensé que se las arreglarían solos pero mira, si alguien va a terminar con alguien, que seas tú. - Sí... tienen razón, qué pava, ya fue, ya fue - una lágrima cayó al suelo y me abrazaron-. Ya no se pongan tan cursis que me van a hacer llorar, ya se cagó ese idiota. - ¡Eso! - ¡Abajo los hombres! Jajaja...

miércoles, 9 de enero de 2008

Primer enamorado - pt. 2

Los días pasaron y él me llegó a gustar, no es que antes no me gustara pero fue distinto, como que me empezó a hacer ilusión. En el bus pensaba que era el mejor enamorado que podía tener porque creía que no aspiraba a nada mejor, supuse que debía sentirme afortunada de que se quedara conmigo todas las tardes a diferencia de otros enamorados que máximo se quedaban con sus enamoradas unas horas después del cole, pero él no, el me acompañaba a todas partes, a mi casa, a mi academia, etc. Además, me había presentado a todos sus amigos e íbamos a sus casas así que yo me sentía como 'la' chica de Fernando (así se llamaba). Suena mal ahora que lo pienso... 'de Fernando 'de Fer''... pero en ese entonces me encantaba sentirme asi, tan suya, me sentía importante. Con él tuve mis primeras citas 'en parejas' y... sobre el tema del toqueteo, me llegó a gustar, incluso llegué a decirle que lo haga más fuerte y le daba indicaciones sobre cómo me gustara que me lamiera... y mordiera... Un día me convenció para que nos 'tiremos la pera'. En mi casa nadie se enteraba de mi vida porque les llegaba mi existencia, podía desaparecer una semana si quería y con tal que llamase no pasaba nada y él, como ya conté, vivía solo, prácticamente. Nos encontramos a unas cuadras del cole y fuimos a su casa. El plan era super sano: tomar desayuno, ver una o dos películas, ordenar algo para almorzar y después ver qué había, tal vez ir a casa de uno de sus patas o invitarlos para tomar algo. Cumplimos hasta la mitad, osea, tomamos desayuno, vimos una película y ordenamos algo para almorzar. Comimos riquísimo y harto y nos tiramos de panza a su cama, se sentó y empezó a hacerme masajes en los hombros, después en la espalda y la cintura, estaba relajadísima. Lentito, me fue quitando el polo, ya sin polo me volteó y se puso encima de mí y empezó a besarme el cuello. Era todo un caballero, para tener 16 años estaba más que bien y como antes había estado ilusionándome sentía que estaba 'enamorada', asi que dejaba que siga, me quitó el sostén y sus besos empezaron a descender hasta mis senos, los besaba con delicadeza al comienzo pero sus ganas iban en aumento. Por supuesto que yo no quería quedarme atrás, no lo quería perder, por ende, quería también tener un rol activo para que no crea que estaba con una santa. Le decía que me mordiera los pezones y que me cogiera las tetas más fuerte, con esas palabras, sabía que eso lo excitaba y tenía razón, se movía más fuerte, tenía una cara como fuera de sí. Él estaba sobre mí y nos frotábamos, me excitaba un montón sentir su pene duro a través de la ropa. De lo más brusco me desabotonó el jean e intentó bajarme el cierre pero no lo dejé. O sea... estaba excitada, me gustaba sentirlo y hasta ese momento también estaba ilusionada pero después qué iba a pasar, nos forcejeábamos y solo pensaba que no podía ser. No tenía nada que ver con que no teníamos condones ni con que pensara que estaba mal, solo que no podía ser, me agarró de sorpresa y mi instinto fue negarme pero él insistía con el forcejeo. Todo el rato forcejeando, ni una sola palabra, era obvio que yo no quería nada y que él estaba dispuesto a obligarme así que tampoco había mucho que decir. Seguimos con el forcejeo y obviamente él ganó. Logró meter una de sus manos a través de mi jean y mi calzón, a pesar de que no logró bajarme el cierre, y me metió un dedo. - No te depilas, ¿no? - No, imbécil, saca tu mano de ahí - le dije refunfuñando, colorada, violada, herida-. No fueron las palabras. De hecho, fue mi rostro. De un salto se puso de pie y me vestí más que rápidamente. Le dije que se vaya y lo acompañé al paradero porque el imbécil no sabía qué carro tomar.

miércoles, 2 de enero de 2008

Primer enamorado

Creí que sería fácil consegui un enamorado, al fin y al cabo, a esa edad no quería enamorarme, ni siquiera sabía qué era enamorarse, solo quería alguien a mi lado, quería serntirme mujer, no es que no me sintiera así pero quería darle a la gente las pruebas de que sí lo era. Me empezó a gustar un chico, esto fue en verano, íbamos a la playa, al cine, yo esperaba que él de el primer paso pero nada, lo tuve que dar yo y al final por gusto porque esa relación no duró ni un mes y ni siquiera hubo beso, solo piquitos.. Éramos unos niños. Cuando volví al colegio conocí al que sería mi primer enamorado, de a de veras. Él tenía 16 y yo 14 años, nos sentábamos en los dos extremos opuestos del salón. Él atrás, con toda la sarta de vagos y yo adelante, con toda la gente estudiosa e inteligente por supuesto... no, en serio, él atrás y yo adelante, lo conocía de vista y sabía su nombre pero nada más. De un día para otro me empezó a prestar atención, se sentaba a mi lado, hablaba conmigo, me hacía reír y a la semana de haber hablado por primera vez me dijo que quería estar conmigo. Obviamente.... le dije que 'No, gracias' :) y lo mandé a la mierda. Qué carajos, no era una chica fácil qué se habría creído, qué fea sensación, qué habría pensado de mí para que se atreva a preguntarme eso tan pronto. Pero insistió... durante dos semanas estuvo constante, gileándome, para mí era obvio que era puro floro pero esa terquedad... Nunca entendí por qué se le ocurrió ir tras de mí de un momento a otro, tampoco lo supe nunca así que jamás me enteraré si solo quería jugar, si era un reto con sus amigos o si todo lo que me decía sobre lo interesante que le parecía era cierto. El punto es que, a tanta insistencia, comencé a verle todos los pros y contras. Contras: no lo conocía mucho (pero qué chu!) Pros: Era atractivo, era terco e insistente (cosas que me encanta hasta ahora), era antisocial hasta cierto punto... Era viernes, bajábamos las escaleras porque era hora de salida, yo me escapaba de él sin saber por qué, le llevaba medio piso de distancia, él se cansó de perseguirme y gritó en frente de todos: '¡Paz! Ya no te lo diré más porque te corres pero ME GUSTAS DEMASIADO Y QUIERO ESTAR CONTIGO' Luego puso una cara que solo yo me puedo imaginar, fue irresistible, le dije que sí y medio colegio aplaudió. Ese día lo celebramos con sangría, nos emborrachamos en su departamento (vivía solo porque sus padres estaban en otro país y su hermana se había ido a vivir al departamento de su novio) y nos reímos como locos. Después, se puso romanticón, empezó a decir que me quería, que no era floro... Ambos estábamos echados en la cama, mirándonos frente a frente, él tenía una mano, una de sus grandes manos en mi cadera, la fue subiendo hasta llegar a la cintura. Me sentía bien. Así, pasó una semana, todos los días agarrábamos como locos y sus manos solo llegaban hasta mi cintura, era verano (marzo) y el cielo era color naranja algunos dias. Esa semana la pasamos en el departamento de una amiga, sus dos padres trabajaban así que igual no había nada y siempre nos dejaba solos como si ya supiera que queríamos privacidad. Para mí, la experiencia era de lo más romántica, éramos 'la' pareja del colegio, todas mis amigas de lo más contentas por mí, era verano y él tan perfecto para mí. Me decía a mí misma que estaba con todo un caballero... hasta que un día cualquiera, esas manos que nunca pasaban de la cintura ni para arriba ni para abajo subieron un poquito más de lo normal, estábamos en el primer piso del edificio donde vivía mi amiga, yo hacía como que no era conmigo la cosa, sus manos llegaron hasta debajo de mi brassier pero por los costados y así como quien no quiere la cosa puso una de ellas encima de mis senos. - ¡¡¡¿Qué te pasa?!!! - Tranquila.... Baja la voz, van a pensar que te estoy haciendo daño - me dijo susurrando -. - Ya, bajo la voz pero escúchame, quita esa mano de ahí - yo miraba de un lado a otro intranquila mientras trataba inútilmente de mover su mano del lugar donde estaba -. - Solo dime cuál es el problema... - El problema es que no quiero que tu mano esté ahí. - ¿Ahí? ¿Dónde ahí? - Ya, deja de hacerte el gracioso y bájala - para esto, ya había dejado de forcejear-. - ¿Te da miedo decir 'seno' o 'teta'? No tengas miedo... es normal Paz. - No, no me da miedo, está bien, no me da miedo decir 'seno' solo que acá me da miedo que pase alguien... - O... ¿será que te da vergüenza? - ¡No! Nada que ver, solo que por acá puede salir alguien y nos pueden ver. Como ya te dije, puedo decir y hacer pero no acá. De hecho, me moría de miedo y vergüenza, todo el rato había estado sonrojada hasta más no poder y de puro orgullo le dije que no pasaba nada, me hacía la mujer, la adulta y también lo creía a él adulto, no quería que me viera como una niña, era su enamorada. Al día siguiente, en el departamento de mi amiga, subió la mano otra vez. Como ya le había dicho que no pasaba nada esa vez no lo detuve, dejé que subiera una mano y la otra también. Ese fin de semana había pensado en el episodio anterior y me había propuesto seguirle la corriente, hacer como si no me molestara en absoluto e incluso hacer como si me gustara (porque no, no me gustaba, estaba aterrada). Llegué a acostumbrarme como en una semana más, pensé que otras chicas del cole que eran solo un par de años mayores que yo ya habían hecho lo mismo que yo pero elevado a la potencia mil, me decía a mí misma que debería alegrarme porque eso era lo que quería y le eché la culpa a mis roches al colegio católico. No había por qué alarmarse, era un simple, tonto e inocente toqueteo, ni siquiera me las veía... Era como el dicho 'Se mira pero no se toca' al contrario, con eso estaba contenta. - Hay continuación -.