miércoles, 26 de diciembre de 2007

Las duchas

A pesar de mi gran imaginación y desarrollado sentido del tacto, estudiar en un colegio de mujeres y encima católico restringía las experiencias que deseaba tener con los seres del sexo opuesto, solo tenía a los amigos del club, a los del instituto de inglés y a mis primos con quienes nunca pasó nada, ja... Pero... sí tenía muchas amigas así que, felizmente, siempre fui mente abierta y no me importó mucho no tener muchos hombres con quienes juguetear. Todos los veranos han sido y siguen siendo la extrema felicidad para mí, ese verano pasé casi todas las tardes en la piscina del club (no diré cuál para no comprometer a la gente de este relato), me gustaba bucear y luego aparecer rozándome con cualquiera y diciendo "ay, lo siento, buceaba con los ojos cerrados" pero obvio que ya había visto a esa persona antes, siempre chicos lindos, algunas veces con algunos de ellos jugábamos al atardecer cuando había poca gente a tirar un llavero y atraparlo buceando, entonces, cuando nos encontrábamos abajo peleábamos por atraparlo y, 'sin querer', nos tocábamos rápidamente las piernas, el estómago y subíamos lentamente y así todas las tardes. El club tenía vestidores por edades con duchas separadas para hombres y para mujeres y además cada ducha tenía un vestidor así que no era como que todo el mundo miraba a todo el mundo, se podría decir que los vestidores eran 'tranquilos'. Un día normal de verano, después de juguetear en la piscina me fui a duchar y cambiar, cuando entré no vi a nadie ni escuché a nadie, me empecé a duchar y como había estado jugueteando antes estaba todavía un poco alborotada. Normalmente, no me tocaba en lugares públicos como ése... pero no había nadie porque era medio tardecito, como las 7, así que empecé como siempre tocándome los senos, los pezones y luego bajando hasta llegar al clítoris..., las duchas tenían esas mangueras que puedes mover, así que me pasaba agua por abajo y ayyyyyyyyyyyy qué rico se sentía, empecé a gemir bajito, después más alto, no me importaba porque no había nadie y a esa hora nadie entraba al vestidor. En eso, escuché un ruido, pensé que alguien entraba, me callé, me puse roja, no sabía si me habían escuchado, me seguí duchando y paré la oreja. No era un ruido cualquiera, era un gemido tímido, débil, femenino que iba creciendo y se iba vigorizando, se volvía felino y, debo admitirlo, ¡me ponía!... Me sentí confundida, cuando entré pensé que no había nadie y tampoco escuché ninguna ducha, además... ella de hecho sí había escuchado la mía, entonces ¡¡¿por qué gemía así?!! La respuesta vino a mí en un instante, no lo dudé, estaba segura, obviamente quería que la escuchara así hablé sin pensarlo dos veces desde mi ducha. - Hola... ¿estás bien? - Mmm... sí, muy bien, ¿por...? Aaaaahhmmm...!!! - No, por nada... - ¿Y tú estabas bien hace un rato? - ¿Yo? Sí, claro.. ¿por qué? - "No, por nada..." - Ah... me haces la misma pregunta - No te preocupes, no pasa nada, no sé quién eres, solo sé que, así como yo, estás hot jajaja - Eh... no ( rojísima de la verguenza) - No te averguences, sabes...¡me llega la cucufatería limeña! Si tienes ganas, tienes ganas...Ahmm... qué rico... Luego uno o dos minutos escuchando sus gemidos, yo seguía rojísima, sin saber qué decir, qué hacer, ni siquiera me movía... - Oye, si quieres... te puedo enseñar unos cuantos truquitos, si no te da verguenza... hay que aprovechar que estamos las dos, mejor es de a dos - Claro.. (con más miedo que nunca y más roja que nunca) - Bueno.. ven! Cogí mi toalla y la busqué, estaba a tres duchas de mí. - ¡Hola!, me dijo. Yo no lo podía creer, era Silvia, la chica más popular del club entre los chicos de nuestra edad y yo la estaba viendo desnuda, a parte de los de mi madre y los míos eran los primeros senos que veía frente a mí al descubierto. - ¡Hola!... - Ven acá, no tengas miedo... Me cogió, suavemente, la cabeza y me empezó a dar besos por todas lados, en la frente, la nariz, la mejilla. Yo, obvio, me ruborizaba cada vez más. Hasta que me dio uno en la boca al que yo respondí, nos besamos como locas, ella me tocaba los senos y yo, tímidamente, le toqué un pezón. Me dijo que primero debía juguetear más con las aureolas, me lamió los pezones... fue exquisito, fue divino. Mi celular sonó, estaba con el timbre al máximo asi que salté de la ducha para contestar, arruinando el momento por supuesto. Era mi papá, avisándome que estaba esperando en el carro para ir a la casa. Me vestí al toque, me peiné, me puse un poco de perfume. Ella también. Los siguientes días transcurrieron como siempre, jugando en la piscina, disfruntando del sol y Silvia con su grupete. Ambas nunca dijimos nada, al menos eso creo yo.

Paréntesis

Luego sigo con más historia hasta llegar a la actualidad, solo quería comentar que me he estado paseando todo el santo día por blogs que, supuestamente, hacen que una se ponga hot pero NADA. Tendré que usar mi propia imaginación....